Palabra alemana de uso universal.
Cursi, de mal gusto.
Se denomina así a objetos caracterizados por supuesta inautenticidad estética y su formalismo efectista, que persigue una gran aceptación comercial.
Se denomina así a objetos caracterizados por supuesta inautenticidad estética y su formalismo efectista, que persigue una gran aceptación comercial.
El kitsch, como categoría artística, funciona dentro
del contexto aristocrático -enjuiciador que determina un “buen” y un “mal”
arte... cuanto más productos kitsch hayan, más brillará la apreciación de la
autenticidad del arte, como sello de garantía del mismo.
De este modo, se establece que el kitsch no es algo simplemente alejado del arte, sino su antítesis: este estilo posee las características extrínsecas de aquél, pero funciona como su negación.
La esencia del kistch, para los moralistas del arte, consiste en la sustitución de la categoría ética con la categoría estética: el artista o realizador se impone generar no “un buen trabajo”, sino un trabajo “agradable” , dado que lo que más importa es el efecto.
El kitsch, según el concepto común que se tiene del mismo, no pretende ni pide nada más a los espectadores que su dinero, ni siquiera su tiempo (tiempo aplicado a la reflexión de la obra, por ejemplo).
Aunque, aún hoy en día, todavía a la producción de kitsch se le mira en menos, considerándosele una forma de mentira artística, cabe resaltar que los intelectuales se encuentran en un proceso de re valoración de este estilo, preguntándose si existe efectivamente una diferencia real entre arte y kitsch; esto a raíz de, por ejemplo, la constatación de paralelos tales como que las vanguardias funcionan imitando los procesos del arte, y el kitsch imitando sus efectos, y de que el kitsch sería la otra cara de la moneda artística: en una sociedad en la que el único lenguaje estético que reciben las masas está modulado ‘en clave kitsch’, se debe reflexionar profundamente sobre su reivindicación.
De este modo, el “arte” y el “kitsch” comienzan a olvidarse como dos polos opuestos y antagónicos.
De este modo, se establece que el kitsch no es algo simplemente alejado del arte, sino su antítesis: este estilo posee las características extrínsecas de aquél, pero funciona como su negación.
La esencia del kistch, para los moralistas del arte, consiste en la sustitución de la categoría ética con la categoría estética: el artista o realizador se impone generar no “un buen trabajo”, sino un trabajo “agradable” , dado que lo que más importa es el efecto.
El kitsch, según el concepto común que se tiene del mismo, no pretende ni pide nada más a los espectadores que su dinero, ni siquiera su tiempo (tiempo aplicado a la reflexión de la obra, por ejemplo).
Aunque, aún hoy en día, todavía a la producción de kitsch se le mira en menos, considerándosele una forma de mentira artística, cabe resaltar que los intelectuales se encuentran en un proceso de re valoración de este estilo, preguntándose si existe efectivamente una diferencia real entre arte y kitsch; esto a raíz de, por ejemplo, la constatación de paralelos tales como que las vanguardias funcionan imitando los procesos del arte, y el kitsch imitando sus efectos, y de que el kitsch sería la otra cara de la moneda artística: en una sociedad en la que el único lenguaje estético que reciben las masas está modulado ‘en clave kitsch’, se debe reflexionar profundamente sobre su reivindicación.
De este modo, el “arte” y el “kitsch” comienzan a olvidarse como dos polos opuestos y antagónicos.
www.Portal del arte.cl
Comercial y barato
El
arte kitsch se asocia al consumismo, a lo hortera y lo cursi, al pop-art, al
plástico, a la imitación barata, a lo decadente y también al sentimentalismo.
El arte
kitsch es el 'todo vale' en colores, formas y estilosEstá muy presente en el arte moderno, por eso muchos se sorprenderán al
saber que se remonta al siglo XIX. Entre 1860 y 1870 los pintores y
comerciantes de Múnich (Alemania) utilizaban este término para designar el
material artístico barato, como imágenes de baja calidad compradas como
souvenirs por los turistas angloamericanos. Hay quien encuentra su origen en el
verbo alemán verkitschen, que significa "fabricar
barato", o enkitschen, que significa "recoger
basura de la calle".
También
tenía otra connotación: la de lo falso, una cosa que trata de aparentar
otra de mejor calidad o superior. En este sentido, lo kitsch hacía
referencia al gusto vulgar de la nueva y adinerada burguesía de Múnich a
finales del siglo XIX, que copiaban hábitos y costumbres de las élites
culturales en su afán por escalar socialmente. Esta tendencia se hizo aún más
fuerte en California a principios del siglo XX, cuando el éxito de la industria
cinematográfica creó una generación de nuevos ricos emigrantes que trataban de
imitar a la nobleza europea comprando títulos y grandes mansiones que
reconstruían piedra a piedra en América y en las que se mezclaban sin orden ni
concierto estilos como el barroco, el gótico o el rococó, antigüedades chinas,
tapices medievales e incluso falsos escudos nobiliarios.
Esta
connotación de "lo falso" se ha extendido a los materiales que
pretenden ser otra cosa, como la pintura dorada que imita el oro, el plástico
que imita cristal o madera... Hoy en día el espíritu kitsch, tan opuesto
al minimalismo, se ha extendido a otros ámbitos como la música, la moda, el
cine y por su puesto, la decoración.
Todo vale
"El
arte kitsch es el 'todo vale' en cuanto a colores, formas, estilos y volúmenes,
mezclados sin ningún criterio aparente", explica Cristina
Rodríguez Goitia, profesora de la Escuela Madrileña de Decoración,
que impartirá las charlas del ciclo del Museo Cerralbo. "Tomados por
separado, los elementos pueden no ser tan exagerados, pero unidos crean una
redundancia de la exageración".
La
directora de la Escuela, Raquel Simón, confirma que el kitsch está
de plena actualidad: "En este momento se encuentra en la cresta de la ola,
sobre todo por cierto revival retro. Actualmente, con la
vuelta de todo lo ochentero, el kitsch tiene más fuerza que nunca, además
permite mezclar estilos porque, aun cuando se están mezclando muchos elementos
muy diferentes entre sí, todo encaja".
Warhol, Almodóvar y otros devotos
La
singular estética de lo kitsch cuenta con grandes devotos. Andy
Warhol es uno de sus iconos más reconocibles. Los artistas
franceses Pierre et Gilles, con sus montajes religiosos y su
homoerotismo; y la artista gala Soasig Chamaillard, con sus
originales vírgenes, han hecho suya esta corriente. En España sedujo a la
movida madrileña: Pedro
Almodóvar ha plasmado este estilo en muchas de sus películas y
la casa de la cantante Alaska y
su marido, Mario Vaquerizo, es uno de los templos de arte kitsch
más conocidos.
www.20minutos.es
Uso del término kitsch en argentina
El artista y mecenas
checo-argentino Federico Jorge
Klemm dedicó uno de
los programas de su ciclo "El
Banquete Telemático" a teorizar sobre el kitsch. El programa se denominó
"Kultura Kitsch", fue emitido por la señal de cableCanal (Á) y conducido por Klemm junto al crítico
y teórico Charlie Espartaco.
Klemm considera que el sentido original del término,
como sinónimo de mal gusto, se ha desplazado hacia el de
"una categoría
estética de nuestra contemporaneidad que no tiene que ver con una
sistematización del mal gusto, sino con una exacerbación de lo artificial y lo
desmesurado"
De esta forma, señala al kitsch como una actitud
estética que pone en duda el gusto, como statu quo. Tal vez como una referencia tácita
a su propia obra, Klemm sostiene que
"cuando se dice
que una obra ronda el kitsch es como cuando se dice que ronda la genialidad o
la grandeza".
Klemm señala a Disneylandia como
el paraíso del kitsch y menciona a los surrealistas Salvador Dalí y René Magritte como los primeros en incorporar
elementos de gusto dudoso en el arte. Durante el mismo programa, Charlie
Espartaco señala que el kitsch,
por su constitución, aparece como una estética de riesgo que incorpora todas
las conquistas pictóricas, plásticas y estéticas creadas hasta ese momento.
Klemm menciona explícitamente al film protagonizado
por la actriz argentina Isabel Sarli, La Dama Regresa,
como un ícono kitsch de la cultura argentina, en el que él
mismo participó como actor. Como artista, Federico Klemm realizó retratos de
personajes como Susana Giménez, Mirtha Legrand o María Amalia
Lacroze de Fortabat, de lo que puede deducirse cierto interés del
autor en dichos personajes como íconos del kitsch argentino.
Otros personajes de la cultura y el espectáculo
argentinos que pueden identificarse con el kitsch son Ante Garmaz,
la condesa Eugenia de
Chikoff o el cantante Sandro.
Durante la década de 1990 y a partir de la convertibilidad entre el peso argentino y el dólar,
con el auge de las importaciones chinas aparecieron locales denominados
"Todo por dos pesos" que contaban con una gran cantidad de objetos de
decoración considerados kitsch,
como copia de segunda mano.
Otras referencias al kitsch en la cultura argentina son:
§ The Kitsch Band,
una banda de rock de la ciudad de Rosario, provincia de
Santa Fe, Argentina.
§ El bloque KitschTV, del programa de televisión Duro de domar emitido por Canal 13 y conducido por Roberto Pettinato.
Wikipedia.com
Jeff Koons
(York, Pennsylvania, 1955)
es un artista estadounidense. Su obra se destaca por el uso del kitsch y su frecuente monumentalidad.
Obra
Clasificada a veces como
minimalista y Neo-pop, su obra consistía inicialmente en escultura conceptual
que fue adquiriendo monumentalidad (Puppy). A la fecha, Koons ha incursionado
en la escultura de instalación, la pintura, y la fotografía.
Jeff koons aparece como artista
en la década de los 80, en plena época consumista, donde la exaltación de lo
superfluo es evidente. Hay que recordar que no carece de grandes polémicas a lo
largo de su vida. De todo el gran ámbito consumista surge su obra, la cual pretende
conmover y criticar esto de forma perturbadora y a la vez con un toque de humor
un tanto malévolo. Entra aquí igualmente la influencia de los medios, que se
aprovechan totalmente del despilfarro de la masa. Utiliza objetos cotidianos y
de valor mínimo para conseguir su objetivo, al igual que hizo Duchamp,
colocándolos en galerías iluminados y carentes de su antigua función. También
son frecuentes en algunas de sus obras chicas pin up, juguetes hinchables y
demás objetos de la clase media. La idea es la principal característica que
debe coronar a la obra. Sus objetos provocan una especie de burla la cual va
encaminada directamente hacia la influencia de la mayoría de la población por
los mass media y la publicidad.
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